Vástagos sobrevivientes de la violencia doméstica hablan de lo duro que fue vivir la pérdida de sus progenitores
Los menores que sobreviven un incidente fatal de violencia doméstica llevan marcas de por vida y cargan con el dolor inmenso de ver la destrucción de las dos personas que más amaban.
Eso fue lo que vivieron, hace 33 años, María Bonilla y sus dos hermanas. Estaban en sus dormitorios cuando escucharon cuatro disparos. Tres de ellos segaban la vida de su mamá. Minutos después, un cuarto disparo fue el del suicidio de su padre.
Los detalles de la desgarradora escena son vagos en el recuerdo de María, quien solicitó ocultar su identidad. Tenía 18 años en ese entonces y se encargó de que sus hermanas, de 10 y 15 años, no grabaran en su mente aquella macabra escena.
“No sé cómo salimos de aquella casa”, dijo de aquel cuadro de muerte que vio en la sala de su hogar y del que aun recuerda el olor a pólvora. “No permitimos que mis hermanas los vieran. Yo los vi años después, en una foto que publicó un periódico”, indicó.
María explicó ayer, horas después de que se conociera que un joven de 17 años se había topado con una escena similar que, al igual que sus hermanas, necesitó terapia psicológica para enfrentar la situación.
“Te sientes sola, te sientes sin familia, te quedas desamparada”, describió su vivencia tras aquella desgracia. “De tener todo, te quedas sin nada”, lamentó.
Resaltó que a las tres les ayudó el que la familia materna les abrió los brazos. El incidente provocó que los lazos con el lado paterno se rompieran.
Lelis Nazario, directora del Departamento de psiquiatría de la Escuela de Medicina de Ciencias Médicas, señaló que mientras más expuesto está el menor al incidente -como el caso de María y el ocurrido ayer en Las Marías- más difícil le será superarlo.
Resaltó que son casos “bastante traumáticos” y el superarlos depende de varios factores, entre ellos, el apoyo que reciben los menores.
¿Cómo se recupera?, se le preguntó. “Toma tiempo porque hay que proveerle un ambiente seguro, hay que romper unos ciclos y eso es algo que no es fácil”, dijo.
Vivencia que marca. Otra menor que vivió una escena de violencia doméstica en la que mataron a su madre fue Ashley Rivera, quien apenas tenía 5 años cuando su padre ultimó a machetazos a su progenitora, en Fajardo.
“Obviamente, eso (presenciar la muerte de su madre) marca”, expresó Ashley sobre el crimen, que ocurrió en julio de 1988. “Son situaciones que siempre las vas a recordar”, indicó.
Ashley señaló que nunca recibió ayuda psicológica, pero la fe en Dios y la ayuda de sus abuelos maternos, quienes asumieron su custodia, le permitió superar aquello que presenció. “Hay personas que no lo superan”, lamentó.
“En Dios está la fuerza, él es el único que sana heridas”, indicó ayer la ahora universitaria. “Si no fuera por Dios y mis abuelos, no pudiera estar hablando nada de esto”, expresó.
El padre de Ashley, Nelson Rivera, estuvo en prisión por aquel asesinato, pero fue liberado y volvió a cometer el mismo crimen con su nueva pareja.
Cambia la vida. El psicólogo de niños Francisco J. Parga, quien ofrece servicios a la Casa Protegida Julia de Burgos, señaló que “los niños sobrevivientes de violencia doméstica se encuentran con un trauma que les va a cambiar la vida”.
“Ese es uno de los dolores más grandes que probablemente pueda enfrentar un ser humano, y te va a fracturar la mente”, dijo.
Explicó que ese trauma puede provocar distintas reacciones que van desde suprimir la mente hasta llevar a una conducta violenta y agresiva contra su entorno.
La violencia doméstica acarrea otras complicaciones en la adultez. “Cerca de la mitad de los adultos con condiciones crónicas de salud mental han sido víctimas de violencia doméstica o violencia sexual”, señaló.
Por su parte, la procuradora de la mujer, Wanda Vázquez, describió como “extremadamente grave, preocupante” el impacto que la violencia doméstica tiene en los hijos.
“Vemos cómo, a través del tiempo, estos niños se convierten en agresores y las niñas desarrollan una vulnerabilidad para ser víctimas”, señaló.
En los casos más extremos, aunque los menos frecuentes, el incidente de violencia doméstica podría terminar con la adopción del menor por parte de otra familia.
La secretaria del Departamento de la Familia (DF), Idalia Colón, explicó que su agencia interviene inmediatamente en estos casos e identifica en la familia un custodio de ese menor, pero cuando no es posible lo remueven a otro hogar.
Mientras, les proveen servicios psicólogos o de trabajo social y, si al cabo de dos años no han logrado ser ubicados en un hogar, pudieran ser candidatos a adopción. Indicó que el DF tiene varios casos, entre ellos, los de tres hermanos. “En el rostro de esos nenes, el dolor sigue”, describió.
El Departamento de Justicia también interviene en estos casos. Sonia Sierra, directora del programa a víctimas de delitos, informó que la intervención comienza cuando el caso llega a la fiscalía, pero también pudiera ser por un referido del DF.
En lo que va de año, han atendido 1,735 casos de violencia doméstica.
Por Sandra Caquías Cruz/ scaquias@elnuevodia.com – ELNUEVODIA.COM