Ha entregado gran parte de su vida al Hospital de Trauma de Centro Médico, donde se formó como cirujano y donde, desde hace 16 años, dirige el manejo del cuidado crítico de pacientes. Pero la mayor aspiración del doctor Pablo Rodríguez Ortiz es conseguir que el Colegio Americano de Cirugía reconozca la calidad de servicio que allí se ofrece y le conceda la máxima clasificación, nivel I.
Administración tras administración de gobierno, el cirujano de 57 años ha dado pequeños pasos hacia esa dirección. Su experiencia le indica que hace falta una mayor voluntad gubernamental para lograrlo. “Sí, se ha hecho mucho, pero necesitamos más ayuda”, sostuvo el médico natural de Corozal.
Apasionado al bolero, la fotografía, el cine y el saxofón, Rodríguez Ortiz no puede ocultar la emoción que siente de contar con una esposa (Marjorie Stewart) y tres hijas (Marjorie Ann, Viviana Marí y Roxanna Mariel) que comprenden la pasión que siente por lo que se ha convertido en más que un trabajo para él. Hablar de su familia, sin embargo, también lo llena de gran orgullo y emoción, especialmente por el espacio que le han dado para perseguir su sueño, elevar el nivel de calidad del Hospital de Trauma, en Centro Médico.
Hablemos de Centro Médico, ¿desde qué año es parte de su vida? Me imagino que pasa más tiempo aquí que en su casa…
Empecé en Centro Médico en febrero de 1991, primero como facultativo en el servicio de Trauma del Departamento de Cirugía. Así estuve hasta el 1 de septiembre de 1999, cuando me solicitaron que dirigiera el Centro de Trauma. Desde entonces he tenido la responsabilidad de dirigir la parte clínica del Hospital de Trauma de Centro Médico.
¿Cómo ha sido la experiencia?
Tengo una meta. Gracias a Dios, todo lo que me he propuesto lo he cumplido. El único interés que me queda por completar es uno en beneficio del pueblo de Puerto Rico, que el Colegio Americano de Cirugía nos certifique (al Hospital de Trauma) como nivel I. Quiero que el manejo de trauma de Puerto Rico esté a la par con los mejores centros de trauma en Estados Unidos.
¿Qué falta para alcanzar esa certificación? Lleva años trabajando para que se logre.
-Necesitamos mejorar unas cosas. El nivel I en un sistema de trauma requiere cuatro componentes: fase prehospitalaria, hospitalaria, rehabilitación y prevención. En mi wish list está que el Centro de Trauma tenga su propia administración y autonomía. Que ortopedia y cirugía respondan a mí. Que si hay que operar a un paciente se opere ahora, no cuatro horas después. Ese power que necesita el director. También, la autonomía fiscal para recibir una cantidad de fondos recurrentes y una partida especial donde se procesen las compras. Fluiría todo. Pero estoy seguro que el nivel de cuidado que se da aquí es igual o mejor que el de las mejores instituciones de trauma en Estados Unidos. A pesar de que en Estados Unidos la transportación (del paciente) al hospital es de una hora y aquí tardan seis horas, mi mortalidad de trauma severo es igual que allá, de cuatro a seis por ciento. Lo que falta es empeño de los de arriba para terminar este rompecabezas.
¿Se acuerda de su primer paciente? ¿Cuantos pacientes ha atendido?
Hay casi 23,000 pacientes en Trauma atendidos entre el 1 de abril de 1991 hasta ahora. El factor más importante de todo esto son los pacientes que llegan aquí, que no nos escogen (para ser sus médicos), que dan sus cuerpos sin protestar para que practiquemos cirugía. Le agradezco a cada paciente todo lo que he aprendido.
¿Qué se ve en el Hospital de Trauma? ¿Qué es lo más que les llega, qué situaciones?
Atendemos de 1,400 a 1,800 pacientes al año. La mayoría (87%) son hombres. Lo más que vemos son heridas penetrantes por tiros. También vemos mucho trauma, accidentes de carro, de 4-tracks, caídas. El 11% son (traumas en) niños menores de 17 años. Atender niños (con traumas) le rompe el corazón a cualquiera.
¿Los traumas que atiende son reflejo del País, como abuso de alcohol, negligencia de menores, mujeres maltratadas, etc.?
Sí, se ve ese reflejo de la sociedad de Puerto Rico. Centro Médico es espejo de todo esto, mujeres maltratadas, violadas, niños maltratados, personas asaltadas, muchos casos producto de actividades delictivas, de la venta de drogas… He operado al asaltante y al asaltado. Según el triage (cernimiento), el primero que se opera es el que esté más severo, que a veces es el mismo asaltante.
¿Qué es lo más que le afecta a usted al ver todo ese tipo de situaciones violentas?
La prevención es importante. He ido a escuelas, universidades, iglesias, compañías. Hay que hacer prevención. Queremos coordinar, junto a la Comisión para la Seguridad en el Tránsito, un carro asignado para dar charlas sobre (las consecuencias del) alcohol y la velocidad, el uso del cinturón de seguridad, los 4-track y otros vehículos de motor, causas de muchos de los accidentes en jóvenes.
Busca el resto de la entrevista en la edición impresa de El Nuevo Día.
Por: Marga Parés Arroyo – http://www.elnuevodia.com/