La interacción de la cocaína con las propiedades intrínsecas de las neuronas del cerebro es estudiada por primera vez en Puerto Rico por investigadores de Departamento de Neurofisiología del Recinto de Ciencias Médicas (RCM), logro que podría establecer un precedente a nivel mundial en vías de que en un futuro la medicina logre revertir los daños ocasionados por la adicción.
El principal investigador es el catedrático del departamento, doctor Carlos Jímenez Rivera, quien desde la década de los ’80 estudia cómo la droga afecta el cerebro y quien descubrió como estudiante postdoctoral cómo la cocaína al inyectarse en unas partes específicas del cerebro producía epilepsia.
Jímenez Rivera estudia la interacción de la cocaína a nivel neurofisiológico en conjunto con las doctoras, Belmary Santos, Ana Vaquer, entre otros.
La doctora Santos es la investigadora que estudia las propiedades intrínsecas de las neuronas una vez interactúan con la cocaína, donde analiza cómo cambia la célula y cómo su funcionamiento es alterado por la droga.
La cocaína es un estimulante extremadamente adictivo que afecta directamente al cerebro. Según la Encuesta Nacional sobre el Uso de Drogas y la Salud (NSDUH, por sus siglas en inglés) se calcula que en el 2008 había unos 1.9 millones de usuarios actuales de cocaína en los Estados Unidos. La droga de paso, es parte de la realidad en cuanto a la adicción en Puerto Rico.
Los principales efectos de la cocaína son euforia, labilidad emocional, grandiosidad, hiperalerta, insomnio, anorexia, hipersexualidad, tendencia a la violencia y deterioro de la capacidad de juicio. El adicto a la droga suele serlo también de otras sustancias, con abuso o dependencia de las mismas, como alcohol, hipnóticos o ansiolíticos y además produce un elevado grado de dependencia psicológica.
“Nosotros estudiamos un canal iónico que modula cómo la neurona puede disparar dopamina (neurotransmisor asociado al placer y la recompensa) en el circuito que produce placer en el cerebro. Cuando se expone crónicamente al animal a la cocaína, las células del cerebro cambian y aumenta el disparo de la dopamina en las neuronas”, sostuvo Santos.
“Nos concentramos en ver cómo cambia la actividad intrínseca de esta neurona en el estudio del canal de corriente (HCN Channels in Dopaminergic Neurons) que modula la forma en que la neurona dispara la dopamina. La aportación que tiene este estudio es bien novel. Nunca ningún laboratorio en el mundo había estudiado esta corriente iónica de la neurona con la interacción de la cocaína”, apuntó.
Buscan entender cómo se origina la adicción a nivel neuronal
De paso, el doctor Jiménez explicó que en su laboratorio se utilizan modelos donde se mide la locomoción del animal, lo que indica cuándo éste se vuelve adicto y de paso, analiza las partes del cerebro que han sufrido cambios y la alteración a nivel neuronal.
Dicho estudio podría dar paso a entender cómo se produce la adicción y más aún, que en un futuro la medicina pueda lograr cómo revertirla.
Además, el doctor Jiménez indicó que dichos modelos han ayudado a establecer que la adicción es una enfermedad ya que la droga provoca un cambio neuronal en la persona por los cambios que sufre el cerebro afectando todo su funcionamiento a nivel neurosicosocial.
“Se sabe que la droga afecta los canales iónicos dentro de las membranas de las células que nosotros estudiamos. La cocaína afecta más unas partes del cerebro que en otras, que son las áreas (sistema mesocórticolímbico) que tienen que ver con el placer, con la recompensa. En términos químicos, la cocaína evita la recaptura de los neurotransmisores cuando se liberan, específicamente las catecolaminas y dentro de esta se encuentra el neurotransmisor de la dopamina, asociada al placer”, explicó.
“Hemos visto que más allá de la adicción a la droga altera el funcionamiento de las células del cerebro de una manera que, los animales buscan la droga no tanto por sus efectos si no respondiendo a la compulsión de la búsqueda de la droga. La droga ha sinsetizado, ha neuroalterado, las áreas que tienen que ver con la compulsividad del animal por buscar la droga más allá de los efectos por el placer y queremos saber qué es lo qué ha cambiado en el cerebro”, aseveró.
Continúa la investigación en las memorias que produce la cocaína
Entretanto, hace unos años el equipo de investigación también descubrió que la droga produce unas memorias de adicción en las células del cerebro, proceso denominado como “Long Term Potenciation (LTP).
La doctora Vaquer por su parte es quien lidera la investigación donde ya se logró “borrar” dichas memorias de la cocaína a nivel neuronal a través de un compuesto. Ahora el estudio se conduce a buscar cómo intervenir con la formación de la mkemoria de la cocaína en las células del cerebro lo que ayudaría a disminuir el proceso de adicción
“Esto básicamente se produce cuando la célula se molesta con un estímulo, y luego lo repites muchas veces donde esta aprende a responder a ese estímulo que se le dio inicialmente. Creemos que si podemos intervenir con esa formación de memoria que tenga que ver con esa patofisiología de la adicción, se podría limitar el proceso de desarrollo de la adicción en estos animales, pero necesitamos hacer más experimentos”, puntualizó el doctor Jiménez.
“Estamos también estudiando precisamente si esa memoria que se produce o LTP es duradero o no es duradero. Fuimos uno de los primeros en hacer estos estudios donde utilizamos un compuesto que inhibía la formación de memorias que producía la droga en el cerebro selectivamente y que se quedaran ahí por mucho tiempo”, declaró.
Por: Belinda Z. Burgos González – www.medicinaysaludpublica.com